¡En pocos años sucedieron tantas cosas!

Intentar recordar mi vida en ese momento me hace sentir que estoy pensando en otra persona. Tan profundamente distinta, que no me reconozco ni físicamente.

En estos pocos años cumplí todos mis deseos. No quedó ninguno afuera. Sí, como una película. Pero sin ficción.

Nacen preguntas extrañas como: ¿Hacia dónde seguir cuando llegaste a la “meta” mucho antes de tiempo? ¿Quién soy realmente y quién quiero ser?

Te despertás avergonzado de haber perdido tanto tiempo al creer en la estupidez del estereotipo social que “debías” que convertirte. Te das cuenta que las personas que más amás son totalmente distintas entre ellas. O peor aún, te cagás de miedo cuando te das cuenta que viviste toda tu vida persiguiendo un objetivo sin NUNCA preguntarte qué pasaría después con tu vida cuando lo hayas logrado.

Se me viene a la cabeza la historia de Emilio Scotto cuando se encontró con una depresión al finalizar su última vuelta al mundo y se preguntó: -“¿Y ahora?”. Tantos músicos o deportistas famosos que perdieron su camino al encontrarse donde creían que querían llegar demasiado rápido sin estar listos.

Esta charla es un tema común con varios de mis amigos hoy en día, pertenecientes a culturas muy distintas, edades aleatorias y realidades socioeconómicas muy distintas.

Aquí es donde necesitamos ser conscientes del peso del pasado y nuestra crianza durante la infancia y adolescencia. Comprender la educación que recibimos, aquellos sueños o limitaciones que nos fueron plantados por nuestros padres, maestros, familiares, religión o personajes pertenecientes al estatus social donde nacimos.

Con apenas 33 años, daría cualquier cosa por disfrutar unos mates con aquel personaje que seré en diez años más. Preguntarle qué hubiera hecho distinto o qué haría nuevamente. Mi mayor deseo es encontrarme con una persona completamente renovada, más sabia. Que conviva con gente admirable y sobre todo que ayude a jóvenes como los de esta foto a encontrar su camino.

Aprendí durante estos años a nunca terminar de adquirir conocimientos. Sólo quien me conoce de cerca sabe que desde hace varios años dedico varias horas cada día a estudiar infinidad de temas diversos, y escuchar atentamente a quienes comparten con pasión sus conocimientos.

Aprovechando esta última palabra y repitiéndola una vez más, quiero dejar en claro la siguiente frase:

El conocimiento: La mejor herramienta para acercarte a la libertad

¿Querés viajar? ¿Querés tener una familia? ¿Querés comprarte un auto, una moto, un edificio o construir un museo en Abu Dhabi?

Lo que sea que tengas en mente, tomátelo en serio y aprendé cómo hacerlo. Sé perseverante. Comenzá a invertir en llegar a ser esa persona que pueda llevarlo a cabo.

Si decidís utilizar cada minuto de tu vida para aprender algo nuevo, te aseguro que llegará un momento donde llevar a cabo una idea o proyecto te resultará más fácil de lo que imaginás. Conozco muchas personas que en dos minutos resuelven el futuro de una organización completa. He visto cómo son capaces de planificar ciudades completas. Es maravilloso lo que podemos hacer si estamos capacitados en el lugar adecuado.

Posiblemente si llegaste a leer hasta acá, es porque te sentís identificado con el personaje de la foto. Créeme, llega un momento donde recordarás aquello que hoy no te deja dormir como una estupidez menor, y te avergonzará el simple hecho de saber que algún día te preocupaba.

Permitite confiar en quien serás en unos años. No dejes de alimentarlo. Ayudalo a tomar las decisiones correctas. No te apures. Nutrilo de conocimiento y capacitalo. Créeme.

Estudiá. Planificá. Viví. Recordá. Compartí. Inspirá. Valorá. Disfrutá.