Slgunos nacen con mayores posibilidades. Heredaron miles de hectáreas en importantes tierras fértiles. Otros se las rebuscan para cosechar en áreas con menores posibilidades. Pero la mayoría nace sin ningún recurso en medio del monte. Así es la vida.
En nuestro camino nos cruzamos con personas que se unen para emprender junto a otros lugareños, o algunos aventureros que deciden conocer otras tierras y enfocarse en aprender nuevos sistemas de cultivo.
Muchas veces aparecen aquellos que sólo piensan que el mundo se reduce a su quinta. Claro, también están quienes prefieren estar quedan sentados mientras su campo se transforma en un yuyal.
Uno no puede evitar sufrir ante las inclemencias del tiempo. Por más que lo intentemos, poco podemos hacer contra un huracán o una inundación. Hay hechos en la vida que son inevitables, como el fallecimiento de nuestros seres queridos o la enfermedad. Pero la vida para nosotros sigue, al igual que para nuestro campito. La naturaleza demuestra que se puede salir adelante. Vaya que habrán pasado volcanes por estas tierras.
Cuestión de actitud
Lo que sí es importante destacar, y creo que es la mejor analogía, es que el esfuerzo y perseverancia es lo que más importa. Si dedicamos día y noche a crecer, a capacitarnos y seguir construyendo, ¡llegará el día que nuestro campito nos regalará los mejores cultivos que alguna vez pudimos soñar!
Serán deliciosos y podremos compartirlos con nuestros seres más queridos. Y también con quienes no tienen las mismas oportunidades.
¡Ah! Nunca debemos quedarnos haciendo siempre lo mismo. Todos sabemos que al fin y al cabo el monocultivo arruina cualquier tierra.
Recordemos cuidarnos de las plagas y los parásitos. Su pesimismo y envidia nos destruirá por completo. Ellos desean y disfrutan nuestro fracaso. Cuando nos destacamos en algo, ellos loatribuyen a la suerte.
Finalmente llega lo más importante. Si somos atentos y generosos con nuestros vecinos, algún día cuando el clima nos juegue una mala pasada, ellos estarán presentes ayudándonos a salir adelante. No importa lo que pase. Fuertes y unidos como una familia, porque así debe ser. Al fin y al cabo, en esta vida somos todos parte del mismo equipo.
Admiración
Y como broche final, quiero dedicar este post a dos buenos amigos que la vida me regaló y son ejemplos para este humilde pensamiento de hoy: el maravilloso fotógrafo, piloto de avión y helicóptero Gabriel Tkaczuk que me enseña muchísimo sobre “el campo”, y nuestro querido Gerrit Van Den Berg que además de ser un padre y marido fabuloso, mecánico, carpintero y políglota, está cumpliendo su sueño de tener su propio taller que todos pueden conocer porque hace envíos a todo el país: El Holandes Carpinteria.
Ellos son dos ejemplos que la vida nos devuelve todo lo que sembramos.
Cuando se trabaja en equipo, a pesar de las inclemencias del tiempo y las tierras con baja fertilidad en las que nos tocó vivir; el compromiso, la dedicación y el esfuerzo siempre rinde sus frutos.
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