La vida es un “canje facilísimo”
Hace diez años, tras la muerte de mi padre, tomé la decisión de aprender a vivir al servicio de la humanidad.
Al principio fue difícil. Debía comprender la necesidad. Si bien el dolor había golpeado mi vida desde muy joven, jamás había comprendido qué era necesitar. Ni siquiera desde el afecto, ya que las amistades me habrían enseñado lo que es sentirse acompañado en plenitud y sin tanto temor a la soledad.