Recién ingresé nuevamente a Facebook para disfrutar un rato las novedades de nuestros amigos y familia. Me detuve en esta fotografía compartida por Mariano que me sacó una sonrisa inmediatamente. Lindos recuerdos de un niño interior presente.

niño interior
La imagen que daría inicio a este post

Estuve detenido en la imagen varios minutos. Recordaba cómo los autitos bajaban de esas rampas con gran velocidad. También visualicé la cantidad de juguetes que han pasado por ese lavadero o sufrieron “reparaciones” en el taller de la planta baja. La pucha que me gustaba esa estación. La amaba. Es más, si no estuviera viajando en el auto la volvería a comprar.

Esto me llevó a pensar un rato sobre la importancia de tener presente aquel niño que alguna vez fuimos.

Alimentando al niño interior

Es hermoso poder darle vida y tenerlo presente continuamente. Alimentarlo, mantenerlo activo. Obvio que ese niño ha sufrido mucho con la muerte de su madre y su mejor amigo siendo tan pequeño, a tal punto de pensar quitarse la vida en reiteradas oportunidades. Pero eso también te hace más fuerte, te hace entender lo frágiles que somos. Y el milagro de estar aún aquí presentes, juntos.

Voy a compartir algunas breves líneas para motivarlos a que puedan hacer lo mismo. Es un ejercicio que constantemente hago para mantenerme feliz.

– Casi siempre que paso por una juguetería grande en el país que sea, entro. Me paso un rato largo disfrutando los muñecos de dinosaurios, los autitos, los Lego. Mis favoritos son los tiranosaurios que se mueven a control remoto y parecen perritos. Apenas bastan cinco minutos de estar dentro de la juguetería para volver a transformarme en “Nicky”, aquel inocente pequeño que se maravillaba constantemente. Este ejercicio puede llegar a durar hasta horas. Y a veces hasta encuentro otros adultos como yo, exactamente en la misma situación. Nos miramos con sonrisa cómplice. Es hermoso.

– Hace varios años era fanático de los videojuegos. Un día ingresé a un local ahí cerca de la Av. 9 de Julio en Buenos Aires donde frecuentaba, y cumplí uno de aquellos tantos sueños que tenía en el momento… me compré todo el stock que tenían. Sí, todos. Recuerdo que tuve que hacer varios viajes en taxis para poder llevar la enorme cantidad de cajas, porque eran un montón. Al ubicarlos en mi habitación apenas podía entrar mi cama. Llegaban al techo las columnas de cajas. Qué linda sensación. Lo mejor de todo es que gracias a ese evento impensado, terminé conociendo a David quien es uno de mis mejores amigos, entre otras personas geniales. También trabajé junto a Edu, con quien guardamos una linda amistad (como con toda su familia) y muchos más. Todo por cumplir un sueño.

El niño interior soñador hoy ejecuta

Si de sueños se trata, tengo miles de historias más. De cómo terminé creando una ONG en Dubai, la ciudad que me enamoró, o cómo estoy viajando por el mundo junto a la persona que amo.

Aún recuerdo cuando imaginaba el día que pudiera estar casado junto a alguien que me cuide, me acompañe, me haga feliz. Y aquí estoy, viviendo el sueño... una vez más.

Este punto que escribo en el blog realmente es importante. Porque así vivo. En realidad, hasta me animo a decirles que yo no soy “Nicolás”, sino que sigo siendo “Nicky”. Más capacitado quizás, con más conocimientos y herramientas. Pero esa cabellera castaña sigue presente, por más que el espejo intente demostrar lo contrario. Cada momento de mi vida lo vivo en plena libertad. Hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero. Siempre me gustó ayudar y me sentí identificado en la sonrisa de quien tengo adelante.

La ventaja quizás de ser adulto es que puedo hacer mucho, mucho más. Cada vez conozco personas más y más maravillosas. Que cada tanto me sorprenden con una rica comida, de aquellas que yo jamás podría preparar. Que sonríen y entienden que están haciendo feliz a aquel niño de 6 años ahora pelado con cada plato de pastas que ponen adelante suyo. Sin saber, claro, que están haciéndolo sentir en familia de nuevo. Aquella familia sentada los domingos que supo perder de un día para el otro, pero por un motivo u otro, hoy vuelve a tener.

Quizás entiendan por qué me gusta compartir tanto, por qué puedo quedarme sin dormir por hacer trabajos que ni siquiera me generan un beneficio económico. Es, simplemente, porque me hace feliz. Porque ellos y ustedes me hacen feliz. Porque mi familia la elijo cada día.

Cada vez que veo a mi sobrino Felipe me acuerdo de Nicky. Los dos son felices. Ambos son generosos y regalan abrazos sin esperar nada a cambio. Sonríen. Se entristecen cuando ven a sus padres enojados. Vomitan de angustia cuando saben que sus tíos se van de viaje y no volverán por varios meses. Viven su vida al máximo, se permiten reír y llorar. Se permiten amar. Quiero un mundo con más Felipes y menos “adultos responsables”. Quiero que vos también seas un Felipe, que permitas que tu Nicky (niño interior) tome decisiones en tu vida.

Quisiera que ustedes compartan alguna historia por más breve o sencilla que sea de cómo mantienen su niño interior presente.

Es posible también que se hayan olvidado de él. Hoy, un sábado cualquiera sin motivo en especial, me gustaría que hagan el ejercicio y lo resuciten al menos por unos minutos. Y después me cuentan qué dijo.

Abrazo a todos. Feliz fin de semana locos lindos.

Nicky.